Reverso-Efecto-Reverso

Galería AENBA. Lima. 2018.

Lo opuesto existe desde el principio mismo de los tiempos. La luz – la oscuridad, el sonido – el silencio, lo alto – lo bajo, etc. Máximo referente de esto es el taoísmo y su conocida filosofía oriental que le atribuye una dualidad opuesta a todo lo que existe en el universo. Así pues, todo se rige por la ley de la existencia de lo inverso.

En todos los casos en que un elemento o concepto no puede admitir la coexistencia de dos cosas, decimos, que éstas cosas son opuestas pero, a su vez, y como necesidad intrínseca, deben coexistir para formar algo mayor.

Aterrizando esta idea en música, físicamente hablando, esta dualidad se utilizaba para el clásico disco de vinil de 45 rpm en los que el lado A siempre se asociaba al hit y el lado B a un tema de menor calidad o de apoyo. Este concepto del lado B ha desaparecido progresivamente con la aparición del cassette, luego el CD y ahora las descargas electrónicas por internet donde físicamente ya no hay lugar para este; y, sin embargo, parafraseando a las leyes de la evolución natural, ahora han mutado en canciones “extras” o “bonus track”.

El lado oculto de la luna, el otro lado de una imagen reflejada en el espejo. El lado que no se ve. Siempre han existido lugares inexpugnables donde nuestra imaginación ha querido penetrar.

En “Reverso-Efecto-Reverso” estamos hablando del lado oculto o reverso de una pintura (no del soporte), la representación de su propia antípoda empezando exactamente donde termina ella misma.

En “El universo ambidiestro” de Martin Gardner (1967) se reflexiona a profundidad sobre la simetría en la paradoja del reflejo del espejo que no invierte las direcciones geocéntricas paralelas a su superficie (arriba-abajo), pero si las perpendiculares a este (izquierda-derecha). Más concretamente la inversión entre delante y atrás.

La presente exposición intenta representar esa dimensión inexistente de una obra bidimensional al visibilizar ese lado oculto, donde la pared o soporte usual de apoyo ha desaparecido adrede y el espacio “recuperado” se ha utilizado para la representación de algo adicional a la idea del lado opuesto eliminándose el comienzo y el final de la lectura de la misma. De esta manera no existe un anverso y reverso de una pintura propiamente dicho.

El montaje capicúa de las pinturas estructura una simetría bilateral que propone una visión-efecto de la obra con una lectura similar desde su anverso al reverso y viceversa. Es indiferente por donde se comience. Siempre nos propone el mismo resultado visual.

Julio, 2018